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domingo, 9 de enero de 2011

Editorial de Horizonte Sur, sábado 8 de enero de 2011

EDITORIAL DE HORIZONTE SUR  DEL SÁBADO 8 DE ENERO DEL AÑO 2011

En los últimos tiempos numerosos sucesos y noticias, impactan y estremecen a la opinión pública. Me refiero a los trabajadores esclavos hallados en San Pedro y en Ramallo, casualmente dos municipios radicales no K y con complicidades del Sindicato del Momo Benegas que responde a Duhalde;  me refiero, asimismo, al actual colapso bancario debido a la cantidad de planes asistenciales y a la falta de papel moneda, entre otras razones debido a que los aviones militares que debían traer esos billetes desde Brasil se pusieron al servicio del Rally Dakar. Me refiero también, a la creciente inseguridad en los cordones periurbanos que, aunque durante años se insistió que, esa inseguridad no existía y que tan solo era un caballito de batalla de los opositores, de pronto mereció la desmesura de formar un Ministerio específico para el tema. Me refiero igualmente a las repetidas muertes de niños como consecuencia de las fumigaciones, a los estallidos sociales como el de la Plaza Constitución para la noche buena, a las ocupaciones masivas de parques y terrenos por desempleados y población indigente, a la vez que a la extensión constante de la geografía villera y de sus industrias vinculadas a la explotación de la miseria y de la droga.  

Las cifras por otra parte, de los intercambios con China son cada vez más considerables, las cantidades de soja que se exportan a ese país, escapan a nuestra imaginación y de retorno esas ingentes cantidades de porotos, nos vuelven en prácticamente todo lo que llena las góndolas de nuestros supermercados; por supuesto que los escándalos por corrupción son cada vez más notorios y públicos, y no alcanzan los discursos y los maquillajes para ocultar lo que alguna vez se dijo del menemismo, ese régimen de enajenación de nuestra soberanía y de nuestros patrimonios, requería necesariamente, de un grado considerable de inmoralidad y de soborno por parte de los antiguos militantes. Los altísimos sueldos y las prebendas funcionariales, el nepotismo generalizado y las partidas inmensas de subsidios y gastos reservados, empañan las conciencias y alimentan el engaño de que el  país necesita a esta supuesta dirigencia. Es como si Dios quisiera cegarlos y hacer que no vean el que estemos al borde de una situación de catástrofe o acaso en una catástrofe frenada o desacelerada a fuerza de creciente asistencialismo y montajes de falsos escenarios.

No podríamos inculpar de destacar, o acaso de aumentar la  importancia de algunos de esos sucesos, a la prensa opositora. Por lo contrario, muchas veces es la propia y cada vez más numerosa prensa y radios oficialistas las que acentúan y publicitan dramáticamente algunas de esas situaciones. Y ello es digno de que nos detengamos un momento para analizarlo y hacer un comentario. Llama la atención ese repetido doble discurso o mirada esquizofrénica que le permite a la izquierda progresista actuar frente a la opinión pública como si ellos fueran oposición siendo gobierno.  Actúan como si, atravesando una situación económica difícil, fuésemos al banco a pedir un préstamo y el Gerente nos contara sus propias angustias y en vez de llevarnos el dinero que fuimos a buscar, termináramos por conmiseración, dejándole al banco lo poco que llevábamos en el bolsillo… Los diarios como Miradas al sur, Tiempo argentino o Página, al igual que las numerosas radios oficialistas, se parecen cada vez a los viejos pasquines contestatarios de la izquierda, no obstante que quienes los dirigen son funcionarios o al menos hombres del gobierno, y siempre acérrimos oficialistas... Hablan o escriben relatando gravísimas situaciones, como si no fuese la tarea del gobierno modificar esas realidades. En ese sentido, pareciera que son relatores no decisores… Resulta una práctica corriente en los sectores kirchneristas, la conducta doble, denuncian lo que debería avergonzarlos, ya que son gobierno desde hace siete años, no obstante, dan a entender al distraído, que esas situaciones se deben a fuerzas ajenas a ellos y que el gobierno no puede todavía controlar, y además de quitarse de esa  manera, la responsabilidad por hechos aberrantes como el trabajo esclavo o la existencia de decenas de miles de familias sin techo ni cobijo,  apelan a la candidez del incauto para recabarles un apoyo moral que les permita llegar a consumar supuestamente, tareas pendientes que, en realidad, jamás se propusieron realizar.

El menemismo basó su propia fiesta de sueños de llegar a ser un país del primer mundo y ese festival de electrodomésticos en cómodas cuotas, en la enajenación masiva de los patrimonios acumulados por varias generaciones de argentinos. Con su fiebre neoliberal y su insaciable afán desregulador, el menemismo lo privatizó todo, desde el Banco Hipotecario a la jubilación de los argentinos, vendió las joyas de la abuela en el mercado de las mayores vanidades, hizo soñar a millones de pobres tipos y pobres tipas, con el uno a uno y con universos de egoísmo personal y de extravíos de todo destino común, y al fin nos obligó a despertar en una Argentina nuevamente arrasada y que marchaba sin rumbo entre la catástrofe social y el saqueo de los supermercados. De aquellas plagas y de aquellas ruinas, provienen quienes ahora nos gobiernan. Para muchos de ellos ha sido sin embargo el kirchnerismo, algo así como un despertar del antiguo sentido de las militancias políticas, si bien ahora sostenidas por altos sueldos y prebendas, y de tal manera, se explicarían esos sentimientos sencillamente como la resaca que, en la mañana, continúa a la borrachera de la noche anterior. Al menos ahora tienen muchos de ellos, discursos de izquierda que los consuelan y la proximidad de viejos camaradas, que les permiten por corporativismo, enajenar la conciencia, enmascarando la verdadera naturaleza del régimen con el que colaboran… Se trata de una nueva fase, en que luego de los desfondamientos institucionales del 2003, el país se ordenó en base a los mercados globales y a las disciplinas que impusieron las Corporaciones transnacionales. Ahora no es el patrimonio acumulado por las viejas generaciones lo que alimenta la nueva fiesta de los argentinos sino el precio excepcional de la soja, de los biocombustibles y del petróleo en los mercados internacionales.

Según Gustavo Grobocopatel, que, de transformarse en poco más de treinta años, de pequeño productor en cabeza de una transnacional denominada Sollus,  algo debe saber del asunto, en un reciente reportaje que le hace la mítica revista Crisis, dice lo siguiente, y lo traemos a colación por quien lo dice y por lo significativo de la interpretación. Dice Grobocopatel: “Menem nunca dijo la palabra soja en su vida, no estaba conciente de lo que hacía. Puedo hablar bien de él porque jamás lo voté”. “En esos años se generó una plataforma mucho más competitiva que estamos usando todavía. Argentina era líder en biotecnología, ahora vamos a la cola de Brasil y Estados Unidos porque no se resolvieron los problemas de regalías. Los precios internacionales y esa plataforma de los ’90 evitaron que esta fuera otra década perdida. Este gobierno además impulsó muchísimo el biodiesel y tuvo una actitud a favor de los transgénicos”. Lo importante es que el hombre advierte la continuidad de un proceso signado por las Biotecnologías y la agricultura química, y por la decisión que reconoce en el Gobierno de respaldar a los transgénicos, sus palabras permiten suponer que, así como el menemismo no comprendió el proceso de colonización que estaba poniendo en marcha, los sectores que integran el kirchnerismo en cambio, y más allá del modo en que lo conduzcan, no sólo no podrían desconocerlo, sino que serían o deberían ser, plenamente conscientes del proceso que conducen.

Bien, hemos llegado a dónde pretendíamos llegar. Hemos llegado en este Editorial, a ese modelo al que tantos progresistas convocan a defender desde puestos tan bien pagos que multiplican por cincuenta o por cien lo que gana un obrero. Un modelo por otra parte que la oposición política esta bien lejos de cuestionar, y que a lo sumo, algunos pretenden modificar tan sólo en el reparto de las rentas que nos deja, o sea en el modo en que se las distribuye. Ese es el modelo que se defiende, que se preserva, y que se profundiza. El modelo de los Agronegocios y de los monocultivos, el modelo de la sojización y de la producción de Biocombustibles, el modelo de los territorios vaciados de población y destinados a una agricultura industrial y de  monocultivos a la vez que, un modelo de enormes urbanizaciones donde se concentra esa población desempleada de la agricultura, y que  paradójicamente, siendo las víctimas del sistema y gracias a las políticas de planes asistenciales, de comedores y de clientelismo, aseguran la continuidad y la reproducción del modelo productivo. Ese modelo productivo que nos fue determinado por Corporaciones como Monsanto, como Cargill y como Nidera, es en el siglo XXI el nuevo colonialismo. Con las divisas que nos proporcionan esos porotos de soja y esos biocarburantes, China nos provee prácticamente todo lo que necesitamos. Hemos vuelto a las relaciones primarizadas y de dependencia semicolonial que marcaron nuestro primer centenario, pero ahora los términos del intercambio son significativamente más favorables para nosotros, lo cuál para muchos permite obviar o no ver aquellas dependencias, y consolarse con las rentas extraordinarias, que las extraordinarias cosechas y exportaciones permiten distribuir a manos llenas…

Una enorme legión de intelectuales que durante años tuvieron como razón y sentido de sus afanes a los países socialistas, ahora que los barcos del socialismo implosionaron, cambiaron sus afanes y se sumaron alegremente al gobierno progresista. Ellos son el alma y los hacedores de las sucesivas escenografías que se montan para confundir a la opinión pública, son los autores de los diversos maquillajes que transmutan en hombres probos y en estadistas a los profesionales de la vieja política, son los hechiceros y alquimistas de los engaños que confunden a una juventud a la que domesticaron a la idea de corregir levemente el mundo de la política, no a cambiar ese mundo, no a  ponerlo de cabeza, no a revolucionarlo ni a trastocarlo, sino a sofocar los fuegos, a practicar la contención social, a morigerar las demandas, a minimizar los sueños, a cuantificar los avances cuasi insignificantes como logros posibles que se precian con la vara de los mercaderes. Pobres nuestros intelectuales de carta abierta, extraviados en el mundo de la política que tan solo conocían en las alucinaciones de los años setenta, en las utopías de la lucha armada o en los desvaríos apocalípticos de la cuarta internacional… Hoy en Página doce, en el boletín oficial de los progresistas, una de ellas, para más datos, apologista de Milagros Salas, nos confiesa en la contratapa sus meditaciones casi macedonianas:Pienso en Walter Benjamin confesando su impulso de perderse en las ciudades. De caminar sin rumbo, sin preaviso, sin prisa, sin itinerario. Veo un hombre agobiado por su lucidez, caminando despacio una calle empinada que no sabe dónde ni en qué paisaje terminará. Nosotros, les sugeriríamos a estos intelectuales de excluyente vocación urbana y capaces de banalizarlo todo, que no intenten repetir esos caminares supuestamente desorientados de Benjamín, al menos que no lo hagan por los cordones periurbanos que el modelo que respaldan ha  producido en esa megalópolis que es Buenos Aires, que traten en la medida de lo posible, de nos salir de Recoleta o de Belgrano… o que acaso apelen a la Ministra Garré, para que les provea una custodia conveniente, en sus derivas peripatéticas…por esas calles empinadas que no se sabe dónde ni en qué paisaje terminará…

Jorge Eduardo Rulli

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